Desde el pasado 22 de junio hasta
el 24 se produjo uno de los grandes momentos festivaleros de este 2017 en
tierras españolas. La causa no era menor, el desembarco del Download Festival
en Madrid se unía al Mad Cool en esa nueva oleada de festivales capitalinos y
se presentaba como un gran candidato a ser el principal festival metal (con
permiso del Resurrection Fest y del Rock Fest) del país.
La propuesta del festival
organizado por Live Nation fue sencilla, sacar músculo con algunos de los
nombres más importantes y deseados del veterano festival inglés para atraer a
una gran masa de público, la táctica no les falló, puesto que los datos
oficiales hablan de que sobre 100000 personas estuvimos presentes en el
nacimiento de este nuevo evento que tan pronto terminó, confirmó que en 2018
habrá una nueva edición.
Los termómetros llegaron a sudar
hasta los 40 grados en una primera jornada que comenzó con polémica. Tras
llegar sobre las 6 nos encontramos con el follón de las puertas, donde nos
encontramos unas colas que se perdían en el horizonte. Tras treinta o cuarenta
minutos y con el cabreo generalizado sobrevolando nuestras cabezas, conseguimos
entrar a una Caja Mágica que lucía de gala.
JUEVES
Black Peaks fueron los encargados de inaugurar nuestro tour de
directos. Los británicos defendieron su gran disco debut “Statues” de una manera convincente. Temas como “Glass Built Castle” o “Crooks” fueron auténticos bombazos que
superaron las limitaciones sonoras del escenario 4. Un calor de narices y una
cerveza algo fría fueron nuestros acompañantes para ver A Day To Remember. Seamos claros, la banda de Florida nunca me ha
llamado la atención, pero tenía marcada esta fecha para poder encontrarme con
su música. Al final la decepción fue absoluta. El grupo lo dio todo en el
escenario y conectaron con sus fans desde la primera canción, pero a quien os
escribe este concierto fue uno de los menos interesantes del festival.
Sedientos de agua y con la necesidad de encontrar sombra, nos encontramos con
unos House Of Pain que nos
levantaron el ánimo con sus primeras canciones. Los creadores del “Jump around” demostraron que la
veteranía es un grado y manejaron a una masa de gente metalera como les dio la
gana.
Posteriormente, llegó uno de los
platos fuertes de la jornada. Five
Fingers Death Punch demostraron que su “Groove metal” de tendencia
comercial goza de una salud envidiable. Poco importó que la voz de Tommy Vext
(que estuvo impresionante) ocupara el sitio de la del carismático Ivan Moody. La
música de los americanos aumenta su octanaje en directo y el setlist lució como
nunca. Tras esta exhibición llegó el turno del concierto de la noche. Si los
americanos nos dejaron el “picorsito” en el cuerpo, Gojira se encargó de reventar el festival con su death metal
progresivo. Su tercera visita por tierras españolas en menos de un año nos ha
confirmado que gozan de uno de los mejores directos del planeta. Ninguna
canción de su show flojea. Todos son cañonazos que nos invitan a desnucarnos y
montar pogos hasta el amanecer. Temas como “Only
Pain” o “Flying Whales”
demostraron que a pesar de los años, la música de los franceses mantiene el
nivel.
Una vez terminado el explosivo
show de los hermanos Duplantier y los suyos, llegó el turno del primer cabeza
de cartel del festival, Linkin Park.
Los de Chester Bennington montaron un show muy irregular. Lograron conectar con
el público con sus temas antiguos mientras que el último disco caía como un
castigo sobre el respetable. La voz de Chester y “faint” fueron las mejores noticias de un grupo que a día de hoy no
justifica su caché. Monster Magnet
fueron los siguientes y nos dieron una gran ración de stoner rock. Los que
somos amantes de este estilo nos encontramos con un auténtico regalo para los
oídos ya que fueron la banda sonora perfecta para una noche tan calurosa. Para
finalizar el día tuvimos el placer de disfrutar de Raveneye y sus pildorazos de rock clásico. Los ingleses fueron la
sorpresa de la jornada ofreciendo un directo vertiginoso y no apto para
cardíacos.
VIERNES
La segunda jornada del festival
era la fecha marcada en rojo por gran parte del público. Se notaba porque fue
el día de más afluencia y porque un nombre imperaba en las camisetas de la
multitud: System Of A Down. La organización
no hizo oídos sordos y se adaptó a las necesidades del público. Las colas se
redujeron, y pudimos entrar con botellas de agua que eran muy necesarias para
pasar esas jornadas saharianas.
Nuestra primera parada fue Skindred. El grupo británico montó un
fiestón y nos hizo saltar como locos a unas horas donde la actividad física aún
no era recomendable para mantenerse sanos. “Warning”
o “Kill The Power” ya se han
convertidos en un “must” para todos aquellos que buscan enloquecer en un concierto.
Poco después aparecieron los chicos de Hamlet
en el escenario principal para sudar la camiseta como si fuera la primera vez.
Puede que te gusten más o menos, pero estos tíos disfrutan del directo y lo
viven de tal manera que es imposible que no te contagien un poco de su energía.
Opeth nos introdujo en su mundo donde los riffs progresivos mezclan con el death metal de una
manera virtuosa. Su setlist repartió de manera equitativa temas de la época
“guturales” con la etapa más actual para gusto de su amplio abanico de fans.
Seguidamente aparecieron unos The Cult
que ya venían de impresionar a público y crítica en el Azkena Rock. En Madrid
tampoco fallaron. Lo poco que pudimos escuchar (causas mayores) fue un viaje a
los ochenta, como si el tiempo no hubiera pasado por encima de los de Ian Astbury.
A las 22:25 ya estábamos
perfectamente posicionados para ver el show de Mastodon. Los de Atlanta llegaban con el “Emperor Of Sand” debajo del brazo y le dieron el papel de
protagonista principal en su setlist. Su directo fue portentoso, se ve que han
trabajado mucho el aspecto vocal para estar a la altura de sus delicias
instrumentales. Al final nos dio igual que faltaran temas como “Blood And Thunder” porque llegaron otros
como “Sultan´s Curse”, “Divinations” o “Black Tongue” que hicieron que el público se volviera loco.
Con los últimos ramalazos de los
americanos nos tocó dejar el escenario 2 para acercarnos al principal. Era el
día D y la hora H. System Of A Down
regresaba a España tras 12 largos año y la ilusión de su regreso se palpaba en
el ambiente. El nerviosismo de los instantes previos se tornó en euforia
colectiva con los primeros acordes de “Soldier
Side – Intro”. A partir de ese momento se encadenaron 28 temas que
repasaron toda la discografía de los estadounidenses con ascendencia armenia.
Destacar algún tema sobre otro es mera cuestión personal, pero no me puedo
resistir a nombrar “Aerials”, “Prison Song”, “Lonely Day”, “Toxicity” o
“Sugar” como momentos mágicos de la
noche.
Tras el éxtasis del momento tocó
ir a reponernos a la zona de restauración, lo que provocó que lo único que
pudimos ver después fueron a unos Bat
Sabbath que hicieron un papel muy digno rememorando al legendario grupo
británico. Con ellos se acabó el segundo día de concierto, un día que
musicalmente hablando ha sido de los más grandes que haya vivido quien os
escribe.
El último día de festival tenía
el “marrón” de ser el sucesor de un día antológico. Para este asalto final el festival
madrileño se guardó algunos ases en la manga para que la resaca rápidamente se
tornara en fiesta de nuevo.
Este último día decidimos que
empezaríamos con más calma y fuimos más tarde a la caja mágica. Llegamos para
ver los últimos minutos de Iced Earth y
Deafheaven, pero ninguna de las dos
propuestas logró captar nuestra atención. El punto de mira estaba sobre Kvelertak y no fallaron. Los noruegos
se atreven a coger cualquier sonido y mezclarlo en su coctelera de estilo para
que salga un rock sin fisuras. Su show fue enérgico y muy “disfrutón”, en el
que para mí fue uno de los conciertos del festival.
In Flames y Ministry fueron los siguientes en salir
a los escenarios y cumplieron notablemente. Los primeros demostraron que el
talento en vivo y en directo puede superar cualquier corriente de odio o
prejuicios. Los suecos se mostraron con un directo trabajado donde sus últimos
discos suenan muy poderosos. Los segundos fueron un auténtico derroche de
energía y tablas. Su espectáculo consiguió seducir a un profano del industrial
como quien os escribe y cabecear sin miedo a sonrojarse. Menos mal que Al
Jourgensen decidió que era demasiado pronto para retirarse de su trabajo.
Llegaba el momento clave en el
escenario principal con un concierto al que le tenía muchísimas ganas desde que
los anunciaron como cabeza de cartel. Hablo del supergrupo Prophets Of Rage que junta miembros de Rage Against The Machine,
Cypress Hill y Public Enemy en un mismo escenario. Los americanos aparecieron
liderados por un Tom Morello que dio una de las mayores exhibiciones del
festival a base de guitarrazos. El setlist se basó en unos grandes éxitos de
los Rage que sonaron como auténticas bombas, pero no se olvidaron de dejar un
hueco para clásicos de las dos bandas de rap que estaban representadas en el
escenario, a los tema original que han publicado hasta el momento (entre las
que destaco el tremendo “Unfuck The World”),
y un emotivo Like a Stone (que
consiguió arrancar unas únicas y escasas gotas de lluvia) en homenaje a Chris
Cornell. Al final los profetas lograron ser una de las mejores noticias del
festival, logrando el mejor sonido del escenario principal de los tres días de
festival.
Tras la orgía de odio que nos
propusieron Morello y los suyos, llegó NOFX.
Una propuesta clásica, desenfadada y divertida que logró aguantar con dignidad
la creciente sensación de que se nos escapaba de las manos la primera edición
del Download.
Como conclusión, destacar que
estamos ante un festival de un grandísimo potencial. En su primera edición ya
lograron atraer a más de cien mil personas, y la organización logró que con el
paso de los días nos olvidásemos de los problemas técnicos y humanos para
centrarnos exclusivamente en la música. Y si nos centramos solo en eso, estamos
deseando tener las primeras noticias de su próxima edición.
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