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Tinariwen @ Sala But (13/10/2014)

Tinariwen, al igual que esta crónica, se subieron tarde al escenario. Poco antes de su concierto, algunos jóvenes procedentes previsiblemente de su mismo continente, el africano, lo comentaban. "Ahora es cuando se ve si realmente son saharauis. O llegan tarde, o no lo son" Y reían. Efectivamente, llegaron quince minutos tarde. Sin que sirva de excusa, esta entrada es cien por cien tuareg. 

Enfundados en sus tradicionales ropas, cinco tuaregs hicieron su entrada a eso de las nueve menos cuarto. Alguno incluso se tapaba completamente la cara con su turbante, como tímido, sonrojado. En seguida abrieron el repertorio con una introducción en la que una profunda y grave voz obtuvo el protagonismo. En tamasheq, la lengua en la que nos deleitaron los africanos, el más anciano de los componentes nos introdujo de lleno en su función. No obstante, el resto tomó una dirección bien distinta. El concierto fue creciendo poco a poco, introduciendo cuidadosamente a cada uno de sus protagonistas. El segundo, el mediano de los tres que nos ocupan, lo hizo colgándose una guitarra acústica y dando paso a una sucesión de acordes y coros de lo más alegre. Como si de una fiesta típica se tratara, los bailes y ánimos del resto de la agrupación invitaron al público a unirse a la celebración. Si bien la banda venía en principio presentando Emmaar (2013), dieron un buen repaso al resto de su discografía. 

Las tres edades del hombre
En cuanto cambió la acústica por una preciosa y clásica Gibson SG, eso sí, la cosa cambió. El mar de texturas y sabores arenosos y soleados de la música tradicional del comienzo, acompañada fundamentalmente por unos coros hipnóticos y sinuosos, bañó totalmente la ya tradición occidental del culto a la guitarra eléctrica. Al principio más despacio, luego con más intensidad, pero ya no había marcha atrás, todo se había mezclado y el resultado era envolvente, imponente también. Cuando el mismo director de orquesta silenció a los suyos y, acompañado tan solo por sus cuerdas y su voz, nos regaló una especie de nana magrebí de la era del rock, fue inevitable que se unieran las palmas del escusado, que en todo momento agradeció proporcionadamente la oportunidad que se les presentaba. 

Percusión alternativa. Dejando de lado incluso el djembé, porque ellos lo valen
Por supuesto, un bajo y un percusionista se encargaron de dotar de ritmo y cohesión al conjunto, con un trabajo formidable a la par que sorprendente. ¿Como era posible que toda una banda se guiara tan solo a través de los golpes del segundo sobre un djembé? Pues lo hacía, sí, tema tras tema con un ritmo constante, sosegado, en una tarea que si bien puede parecer "trabajo sucio", es tan importante o más que el resto que se desenvolvían sobre la tarima. Un segundo guitarrista guiado por los tres jefes principales les cubría también las espaldas de un modo impecable. El adulto cedió el testigo al anciano, cuya presencia había quedado reducida a toda una suerte de bailes y arengas que rápidamente cogieron otro aroma en cuanto se colgó una Gibson diferente. Los "¡olé!", silbidos y demás aclamaciones se quedaron cortos para el guitarreo que se marcó el abuelo. Su sonrisa lo decía todo.

Sección de ritmos a todo poder
Entre agradecimiento y aplausos ("merci, sucram"), el más joven de todos, el único con el rostro al descubierto, tomó la eléctrica. Cuando el concierto pidió algo más, un paso hacia delante, Tinariwen lo dieron. Su primer solo llegó dejando de piedra a más de uno y dando la razón a todas las previas que mencionaban a Jimi Hendrix. Incluso el bajo se animó en un potente solo igualmente celebrado. La fiesta era total y poco tardaron en alzarse las banderas y reivindicaciones por los pueblos oprimidos de África, encabezados por una numerosa colonia presente al frente de la sala. En cuanto el tema que estaba siendo interpretado abandonó su cauce natural para entrar en las lagunas de la divagación y la improvisación, la invitación pareció clara y varias mujeres acabaron por invadir el escenario. Portando camisetas y banderas libertarias, se unieron a la fiesta por todo lo alto acompañando a los músicos con exóticas danzas. Sin duda, se alcanzó el clímax total y parecía imposible observar tampoco abajo a alguien que no estuviera agitándose ni un poquito. 


En estas, se despidieron para dar un bis a la altura. Primero el mediano de los tres héroes volvió solo a interpretar una balada a alguien llamado Nina y después se sumaron el resto para acabar en otro éxtasis final y colectivo plagado de guitarras al más puro estilo Dire Straits. Al final, una tremenda ovación que los intérpretes reverenciaron como es oportuno.

Un agradable y festivo paseo por el desierto acompañando a una caravana de juerguistas, soñadores y rebeldes (aunque pacifistas) tuaregs de Mali. Esto es lo que son Tinariwen, y desde luego que no suena como algo común de ver por aquí. De nuevo agradecer a SON Estrella Galicia por este Ciclo 981 Heritage que nos ha traído propuestas tan interesantes y exóticas, y sobre todo por brindarnos la oportunidad de traerlas de viaje por Siberia. Allí estaremos de nuevo en la sala El Sol el 29 de noviembre para la fiesta final con Pere Ubu

Alv.

Fotografías cortesía de Lonely Alv Senior


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