Estábamos
sentados en la plaza Barceló. Ella me miraba poniendo cara de mala
mientras se bajaba el tirante derecho de su vestido. Aquella chavala tan
avanzada se llamaba Tere, tenía once años y el pecho absolutamente
plano. Aunque yo tenía doce, la verdad es que no sabía de la misa la
media y pasé un rato fatal mirándola y preguntándome qué coño estaba
haciendo.
Por aquel entonces me desfogaba en los futbolines. A
la salida del Colegio San Antón, en la C/Farmacia, íbamos sobre todo a
un pequeño bar de la C/D. Felipe. Los muñecos erán de metal, así que con
las bolas de madera pegábamos unos trayazos que temblaba el Misterio.
Aquella primavera empezabamos a derivar, Valverde abajo, hacia el
Colegio de las Mercenarias para meternos con lasniñas y acribillarlas a
pelotazillos con nuestros tirachinas a modo de sutil acercamiento y
siempre desde una distancia prudente, demostrando así un estilo muy de
la época, reprimido y castizo.
Aquel verano ví una película,
Semiramis, y trabajaba un actriz llamada Rhonda Fleming. Aquella diosa
pelirroja encendió mi pasión y, absolutamente himnotizado, por el
canalillo que se apreciaba entre sus gloriosos pechos, navegué por aguas
de locura y prenesí. Aquel suceso feliz ocurrió en el Cine Flor donde
hoy está el Conde Duque.
Ese recuerdo empezó a acompañarme
cuando escuchaba las canciones que me gustaban, "Diana" " de Paul Anka,
"The Young Ones" con Cliff Richard y los Shadows o "King Creole" de
Elvis, que me ponía como una moto, y también me gustaba "El reloj" de
Lucho Gatica. Un día vi una girarra solitaria en un escaparate, la
primera vez aque veía parecida a las de las portadas de los discos. Era
una EKO y estaba en una tienda que se llamaba Garrido en Valverde
esquina a Desengaño. Nunca pude tenerla pero la deseé y me motivó tanto
como la Rhonda Fleming. Aquel escaparate me atraía con un imán y con el
que soñé tanto tiempo es ahora un Sex Shop.
Empezaron a llegar
también los Juke-box. Grandes máquinas, muy atractivas y con muchos
discos en las boleras el Juke-box era la estrella. Como yo vivía en la
Calle Fuencarral, desde los Billares Sandoval, me dejaba caer hacia las
seis de la tarde por la Bolera de Bilbao porque allí iban las chicas y
al lado de aquella Sinfonóla llena de luces, entre miradas, roces y
besos robados escuché por primera vez a los Beatles cantando "Twist
& Shout", a Bob Dylan con "Like A Rolling Stone" y a los Rolling
versioneando "Time Is On My Side".
También conocí más tarde la
Calle Ballesta. De todos los locales había uno, el TÚ Y YO, que tenía
una orquestilla con tres músicos y que a mí me parecían muy graciosos,
tocando tan serios en ese ambiente a media luz y lleno de aromas entre
ambientador, perfume barato y azucar de caramelo.
Aquellas
mujeres, que por su edad, nos recordaban a nuestras tias y a nuestras
madres, nos sacaban a bailar para excitarnos y a mí aquello me parecía
un ritual muy emocionante.
Años más tarde cuatro "piraos", ciegos
de humo, escuchábamos la guitarra delirante de Jimi Hendrix mientras él
se fotografiaba rodeado de netras en bolas. Vagábamos perdidos por
aquellas calles estrechas, de garito en garito, escribiendo noches en
blanco junto a compañeros de viaje variopintos y melenudos como yo.
Ellas redujeron el tamaño de su falda.
Después, me cortaron el
pelo, hice la Mili, grabé discos, conocí el amor, disfruté del sexo y de
la música y de tanto en tanto, me dejo caer por San Vicente Ferrer o
Marqués de Sta. Ana, Pez, Puebla o Valverde buscando en ese laberinto de
maravillas seguir sintiéndome vivo, y desear algún encuentro
estimulante.
Comentarios
Publicar un comentario