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Lonely Arenal Sound (3/3)

Día 6 – Festival domingo 3 de agosto. “El último día”

El último día de festival, todo lo que oyes y todo de lo que hablas está relacionado con el propio último día. No hay escapatoria. Esto empieza a pasar el penúltimo día. Y el antepenúltimo. Pero el último ya sí que está todo perdido. No se puede hablar de otra cosa. “Es el último día, joder” Unos están terriblemente tristes. Otros les mandan callar; “dejadnos disfrutar, joder” Los hay que ya no tienen esa percepción de los días; “¿hoy es el último día? ¿Ya?” Y, aunque parezca mentira, hay incluso algunos que desean que pase rápido para volver a sus hogares. Ah, el dulce hogar. No nos engañemos, todos pensamos alguna vez en esto. Aunque sea un instante, un solo instante entre toda la inmensa montaña de mierda y magia, lo pensamos. “Que ganas de volver a casa, mi cama, mi váter, mi frigorífico, unas lentejas, el cocido de la abuela” Pero por nuestro bien, es necesario apartar todos estos pensamientos durante el último día. Al final, todo el mundo concluye en que es el día de echar el resto, de darlo todo y acabar peor aún que el resto de días, algo que, sin duda, se antoja complicado. Es algo así como unas olimpiadas, como dice un amigo mío, llevas todo el año preparándote para esto. Así, intentas descansar todo lo que puedes. El resto importa poco. Ya no debe quedarte mucha comida y comes de los restos o de lo que puedas pillar por ahí. No hay tiempo para adecentar la tienda, ni tus pertenencias, ni nada. Es el fin del mundo, el jodido apocalipsis, y todo lo que puedas hacer mañana, cuando ya no haya más aspiraciones, deberá ser hecho mañana.

Al que se le ocurrió lo de la fiesta del Clandestine Sound y programarla para la mañana/mediodía del último día, no ha estado en su vida en un festival. Hay que ser capullo. Y encima vas y programas a los Zombie Kids. Ahí, innovando, rompiendo esquemas. Obviamente ni se me ocurrió pasarme por allí. Pero bueno, conozco a alguno que sí lo hizo y en fin... Aún hay secuelas. No obstante, he oído por ahí, me ha contado... Que los chicos de los Zombie se esforzaron más que la pasada edición, en la que dieron un show que también fue para mí otro motivo para no asistir a esta locura de fiesta, metiendo temas más originales y variados. El repertorio de la edición de 2013 distaba mucho de los primeros Zombie Kids, y parecía haber pasado al plano convencional, comercial, repetitivo y previsible al que han pasado un peligroso número de DJs y productores. 

Alguno que no controla. Y con banderitas a lo Glastonbury. Epic.

Por si fuera poco, resulta que es un día plagado de conciertos interesantes. Iván Ferreiro ha tocado en todas las ocasiones en las que he estado en Burriana y nunca me había pasado a verle. Por lo visto, escogí la peor de todas. Al atardecer, Iván se presentó con una curiosa indumentaria de traje y chaleco. Me aburrí bastante y entendí más bien poco. Por lo visto, tocó bastantes canciones de su último trabajo. Una decisión que el público no parecía comprender muy bien. Ese final instrumental tan innecesariamente potente quedó grabado en mi retina como un grotesco e incomprensible ejercicio de autoafirmación que no me gustaría volver a presenciar. Tampoco es que empezara a vomitar, vaya, pero es que cuando me pongo me encanta criticar con palabras rimbombantes y frases demasiado largas.

Con un panorama similar se presentaba en el escenario de al lado y a continuación El Columpio Asesino. Con ese hit inmortal que es Toro y que era lo que unos dos tercios del público estaba esperando. Capa a la espalda de la cantante, guitarras y teclados y a tirar. Si te gusta, pues bien, si no... Poco puedes rascar. Fueron desgranando poco a poco su último trabajo, Ballenas muertas en San Sebastián, y dejando temas punteros de sus anterior discos. Un concierto correcto, sin más, que tuvo su inesperadísimo punto álgido y final con una Toro coreada enérgicamente por los sounders, que no podía estar mejor situada en el contexto de aquel día final del festival. Carretera y speed, no quiero reproches.

No hubiera estado mal haber elegido mejor (para lo que yo quería ver, al menos) y haberme movido antes al Inside a ver lo que estaba tramando el Canijo de Jérez, alma de la ya disuelta banda Los Delinqüentes. Un concierto que pude ver durante una media hora de despreocupación absoluta. Por supuesto, cayeron los grandes éxitos de la banda que le dio la fama a este canijo, y yo disfruté particularmente de La Primavera Trompetera. Sus temas propios siguen esa línea hedonista y optimista, a este tío le da igual todo lo malo e intenta valorar como se merecen las cosas buenas que tiene esta vida. No para de regalar chistes y caramelitos, y me atrevería a decir que una de cada tres frases que suelta por esa boquita jerezana está relacionada con la marihuana de alguna manera. Incluso al final hace el típico numerito de desfallecer de coña. Genio y figura, no hay ni un solo espectador que no esté sonriendo. Para acabar, se regala un divertido tema de su anterior etapa, El Abuelo Frederick. No cabe duda de que es una descripción perfecta de lo que gustaría ser dentro de varios años. Genio y figura.

Un canijo que es un tío muy grande.
Bastille son una especie de antítesis de este último concierto que acabo de narrar. Son simples. Son los típicos tíos que prefieren vestir una camiseta básica de American Apparel antes que una del H&M simplemente porque es más cara. Cualquiera diría, además, que hacen playback. Pero bueno, no vamos a pensarlo, porque sería insultante que los artistas más escuchados en Reino Unido durante el 2013 en Spotify, estuvieran haciendo playback. De todas formas, suenan como si lo hiciesen, calcados al álbum de estudio. No tienen ni un ápice de complicidad con el público. Aguanto hasta que suena Things We Lost in the Fire. Suficiente para comprobar que no hay mucha diferencia entre verlos encima de un escenario y que los pinchen en una discoteca. Algo que, de ser miembro del grupo, me replantearía muy seriamente.

Pues eso. 
Ahora viene lo de Mando Diao. Lo de Mando Diao es algo que da mucho de lo que hablar, cuesta incluso encontrar por donde empezar con el tema. Aunque podríamos empezar hablando de Crystal, un tema que os enlazo abajo para que podáis disfrutar plácidamente. Crystal forma parte de Give Me Fire, álbum publicado por los suecos en 2009 y que sentaba las bases de su garage rock con ciertos toques de electrónica y una producción más limpia que tiraba más hacia el rock de estadio de The Killers. Poco que ver con el Aelita que han publicado este año. Un álbum que a menudo resulta desagradable e inentendible, a la par que un desastroso intento de meterse de lleno en la creciente corriente de la música electrónica. Pero bueno, vayamos a Crystal. Espero que la estéis escuchando. Es una canción hermosa que comienza con un sonido ambiental de órgano y pajaritos y que sigue con una guitarra acústica y unas leves notas de acompañamiento de bajo. Pero lo que la hace grande es la letra, y su significado. Crystal está escrita a la persona perdida. Al amor, al amigo, al padre, a la abuela. A esa persona con la que compartiste tantos momentos inolvidables y con la que desearías volver a reír, a llorar y a vivir en general. Y está escrita con la vana esperanza de un feliz reencuentro en el cielo, con muchos angelitos cantando. Es también un consuelo al amante, a la amiga, a la madre o al abuelo, que también desea volver a encontrarse contigo, que te echa de menos. Paro ya, que me pongo lacrimógeno. En definitiva, es una canción con la que muchos podemos sentirnos identificados plenamente.


¿Y qué tiene que ver esto con Mando Diao, si hace siglos que no tocan Crystal en directo? Precisamente eso, amigos. El comienzo del show es un largo monólogo en memoria de un familiar de un miembro de la banda que ha fallecido recientemente, en su lucha contra el cáncer, si no me falla la traducción. Yo y un amigo nos miramos. Tiene que ser Crystal. Debe ser Crystal. Pero es imposible. Obviamente no es Crystal. Claro que no, joder. Es If I Don´t Have You, de Aelita, y su contenido emocional deja mucho que desear incluso frente al último tema de desamor que haya publicado Alex Ubago. No me lo podía creer. Pero bueno, hay que seguir adelante.

Además, ¡Qué cojones!, es el último día. Y vas on fire. El último disco no es gran cosa, pero se puede bailar, y Mando Diao además sueltan algunos de sus hits, God Knows, Mr. Moon, Gloria... Sí, vale, desdibujados, pero no dejan de ser sus hits, esto sí es lo que la gente quiere. No obstante, el grueso del concierto lo lleva Aelita, y la banda no es ni parecida a la que era hace diez años. Queda muy poco de aquellos tíos ruidosos salidos de un garaje que te hacían vibrar con Sheepdog, TV & Me o Long Before Rock´n´roll. Esta última sí la tocan, y queda evidenciado el cambio. O una cosa o la otra, chicos. Una auténtica pena. Igualmente, el que no se consuela es porque no quiere. A esas horas casi nadie está pasándoselo mal. Y los temas son bailables, vaya. Al escuchar el disco en casa pasé por alto casi todos los momentos mínimimamente interesantes que tiene, como esa Sweet Wet Dreams que no está nada pero que nada mal. La guitarrita acústica pega y todo, y de ser una señorita me hubiera ruborizado con la dedicatoria del cantante. Eso sí, lo que ya no pasa es lo de las mochilas raras que llevan y la sobreexplotación de los monólogos entre canción y canción. Todo el rato repitiendo que peace and love y blablabla y que nos cuidemos entre nosotros, que estamos en un lugar con mucha gente y muchas drogas...

Mando Diao en el Rock Am Ring este año. En el Arenal lucieron igual pero en blanco. Directos desde Marte.
El final es un pelotazo. Primero cae Black Saturday, aunque fuese Sunday, a ellos no les importa. Son los mismos cuatro acordes de guitarra que el otro hit que usan para cerrar el show y que pega mucho más fuerte, una Dance With Somebody arrolladora con ese inicio con la máscara de gas y todo el mundo bailando. Pude verlo sobre los hombros de un amigo y fue un momento para enmarcar. De esos que, cuando te paras a recordar el festival, son los primeros que se te vienen a la mente, Un concierto agridulce, al fin y al cabo, mezcla de la felicidad de ver a una banda que personalmente marcó, y que marcó a muchos por estos lares, pero totalmente desfigurada y con poca relación con todo aquello que a muchos nos gustaba.

Se ha hablado mucho de Die Antwoord en esas crónicas que resumen el festival en 3 párrafos para los principales panfletos del país. Se decía que habían sido los triunfadores del festival y un bombazo. Bueno, no estuvo mal. Todo lo que recuerdo es música machacona a más no poder y una tía extrañísima saltando por el escenario y balbuceando cosas muy raras e indescriptibles. Y a un tío igualmente raro, aunque no tanto, tirándose al público de las primeras filas. Una locura difícilmente disfrutable sin haber tomado previamente una buena cantidad de drogas.

Para cerrar el escenario grande el Arenal eligió un DJ, Deorro, frecuente en festivales como Tomorrowland, Ultra y demás, esos por los que un gran número de adolescentes declara morir por asistir en twitter a diario. Un fenómeno curioso. Encontré a un tío igual de solo y tan excitado como yo y para allá que fuimos, para presenciar algo parecido a lo último que había visto allí pero con menos bizarradas y más subidón. Una constante montaña rusa de dupsteb que no tenía rectas ni bajadas, solo loopings y un huevo de subidas. Que locura.

Volver a la tienda amanecido ya el día de despedirse es obligado, y muchos se preparan para una prueba final. Las hay de muchos tipos, desde lanzamiento de nevera, ducha helada con ropa mugrienta, pruebas de resistencia en poly-klinn o los 100 metros obstáculos en pelotas, siendo esta última, sin duda, mi favorita.

Gente pasándolo bien, ¡claro que sí hostia!
¿El triunfador del Arenal Sound 2014? O el triunfador eres tú, o algo has hecho mal. El ganador en este festival es cada asistente que ha intentando disfrutarlo a tope y a su manera. Es un festival distinto. No tiene nada que ver con el Primavera Sound, el FIB o el BBK. Es otra cosa, son otros reclamos. Y funciona, porque la gente va a divertirse, a pasárselo bien y a disfrutar de la vida. Si te has divertido, ganas. Es así de simple. Y por eso hay canis, hay hipsters, guiris, y aún así hay buen rollo. Porque no te encuentras prácticamente a nadie que no vaya a lo que tú, nadie que vaya buscando bronca o a meterse en líos. Incluso los vendedores del paseo marítimo, que esos sí que van a lo que van, disfrutan en este sitio, vaya. No son pocos los que hacen bromas, se ríen, bailan o cantan. Se trata de eso, y si vas con otra idea, no vayas. Y en esto, amigos, juega un papel fundamental el resto de la gente, la humanidad del lugar. Y empezando, sin duda, por tus propios compañeros de camping, tus colegas, tus hermanos de Arenal. Si después de un Arenal a su lado no lo quieres como a un hermano, olvídate de él. Por ello me gustaría agradecer a todos los que compartieron conmigo alguno de estos tres años de festival (espero que estéis leyendo esto, cabrones, dadle a Me Gusta y compartidlo), aunque solo fueran cinco minutos, y en especial a los que convivieron, durmieron o rieron conmigo a diario. Y es que vaya, se suponía que este era el último año que íbamos a este puto infierno, pero teniáis que habernos visto el otro día en un momento de locura. La depresión post-Arenal es terrible, y compartiéndola juntos nos dimos cuenta de que indudablemente volveremos a Burriana, y muy posiblemente el año que viene. Espero estar allí para contarlo.


Gracias a mis amigos por ser los principales cabezas de cártel de tres veranos inolvidables. Sin vosotros nada hubiera sido igual.

Alv.

Lonely Arenal Sound (Parte 1/3)
Lonely Arenal Sound (Parte 2/3)
Lonely Arenal Sound (Parte 2,5/3)

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