Ahhhhh, el Arenal Sound. Se podrían
escribir y, de hecho, se habrán escrito tantísimas cosas acerca de
este festival... Y todas ellas solo coinciden, casi seguramente, en
una sola cuestión; estamos hablando del festival más grande de España,
el que mete unas 55.000 personas al día cada uno de sus cuatro días
importantes. Esto es mucha gente. Serious Bussiness. Lo
verdaderamente especial del Arenal es que hay tantas opiniones a su
respecto como asistentes; lo cual hace una nada desestimable cantidad
de lecturas.
Para algunos este sitio es un nido de
canis, para otros una choza de hipsters. Los hay que lo tratan de
infierno, pero no hay menos que lo consideran el mismísimo cielo.
Unos van a ver sus ídolos mientras otros verán a los que un día lo
fueron, pero que ahora están de capa caída. Hay un grupo reducido
de personas que planean rutas de conciertos desde las 6 de la tarde a
las 10 de la mañana, y otro mayoritario de gente que agarra la
botella en un margen aún mayor de tiempo. Hay quinceañeros que no
saben donde se han metido compartiendo drogas de todo tipo con
treintañeros que saben demasiado bien donde se encuentran, y puedes
observar al hooligan más visceral de Newcastle charlando
alocadamente con un vendedor de birra ambulante venido del pueblo de
al lado. Hay amor, desamor, risas, llantos, locuras, atropellos y
algún que otro descarrilamiento de trenes. Lo que hay es pura
magia... Y mastodónticos volúmenes de mierda.
Por último estamos los que, sin más,
nos dedicamos a analizar y degustar cada pequeña partícula de magia
y cada nimio resto de mierda de las toneladas y toneladas de mierda y
magia que acumula este bendito lugar. No sin ser, claro, parte
(aunque pequeña, en mi caso) de estas enormes cantidades de tan
esenciales materias.
Típica, tranquila y plácida llegada al Arenal Sound |
Total, que te plantas allí e igual es
la primera vez que ves algo así en tu vida, como podría ser la
tercera. Sí, este último era mi caso. Y claro, te ríes de los
demás. Del que planta la tienda a la entrada del camping, del que
discute con su compañero sobre si van a pillar sombra o no a los 8
de la mañana del día de apertura (¿como no va a haber sombra,
desgraciados?) o de los pobres diablos que no han traído una maldita
silla para sentarse. Y te ríes de todo, también. Te ríes de la
enorme cola que se forma según se empiezan a repartir las pulseras,
y del polvo que se levanta. De los que no pueden con su equipaje, de
los que se caen. Te ríes hasta de tí mismo. ¿Como no te vas a
reír? Si ya cogiste tu pulsera hace tres años en el paseo, para
luego tener que volverte con todo, sudándote hasta las pestañas, al
maldito camping Malvarrosa. Si ya la cogiste el año pasado (y aún
la conservas, en el caso de algunos) para ponerte después a buscar
desesperado un último hueco de sombra que te salvase el festival que
acababa de empezar. “Este año, tranquilito”, comentan los más
veteranos. Tranquilízate tú que yo llevo desde ayer pensando cual
es el mejor sitio, y lo voy a pillar. Y lo pillas. Que luego no es el
mejor sitio pero joder, lo has pillado. Ahhhhh, la tranquilidad de
tener todo el chiringuito ya montado. Te llama tu padre... “¿Estáis
colocados ya?” Qué cabrón. “Llevamos colocados desde hace un
rato, papá” Claro, claro...
Día 1- Fiesta martes 29 de julio
Y ya está, te entregas a la rutina.
Luego al rato descubres que han pasado cosas malas. Unos han perdido
la comida, a otros se la ha quitado la guardia civil... Madre mía.
“¿Que se ha caído el coche a una zanja? No me jodas”. Pues
claro, no va a salirte todo bien, que ya lo sabías, no seas
mendrugo. Pero al final, el pueblo unido jamás será vencido y demás
mierdas, estáis todos colocados. Y ahora ya sí que te entregas a la
rutina. El primer día blablablablabla... Con suerte te encuentras a
algún colgado de tu barrio por ahí, o a alguien más especial que
conociste en otra edición. Lo que no esperas nunca es encontrarte
con algún colgado dándote órdenes. Perdón, “protegiéndote”.
Pero los hay también. Y...
“¿Hoy a qué conciertos se va?”
“Hoy vamos cuando nos apetezca, a ver como está la cosa”
Total que llegas al escenario Inside,
llamándolo aún Coca-Cola, y ves un repertorio de artistas
nacionales de medio pelo interpretando éxitos internacionales de no mejor peinado al ritmo que marcan unos Djs. Son Lofelive, lees en el
horario. O te lo dice alguien. Da igual, no tenías ni puta idea.
Te quedas un rato más, que empiezan
los Djs del Ochoymedio. Guau. Luces epilépsicas. Proyecciones
psicotrópicas (sí, había un gato rosa con una camiseta de Joy
Division que no paraba de dar vueltas para dejar paso a un enorme
pezón). Y muy poco sentido. La peña coreando los temas más propios
de una discoteca de Gandía que de un festival de música indie.
David Guetta el triunfador de la sesión. Suena el Song 2 y solo
saltáis tú y cuatro tontos. Te preguntas qué pasa. No le ves
lógica. Parece que Disclosure, a pesar de tener todos los
ingredientes para sonar a todo trapo en Gandía, tampoco han calado
al gran público. You gotta fight, for your right, to paaaaaarty!
Pero en este escenario nadie
lucha. Aquí la party la traen mascadita. Se acaba la sesión y en
fin. A Eme Dj ya no te quedas ni de coña, así que a sobar.
La peña flipándolo con David Guetta |
Día 2 – Fiesta miércoles 30 de julio
Seamos claros, esto
de la segunda persona cansa ya, ¿no? Bueno, a mí sí. Y se me están
acabando las ocurrencias graciosas, así que vamos a dejar un poco de
lado toda la movida que es el festival y vamos al maldito grano.
“¿Hoy a qué
conciertos se va?” “Hoy a La Raíz”
La Raíz se
plantaron en el escenario Inside con la seguridad de una banda que ya
lo ha hecho en más de una ocasión. Pertenecen a este elenco de
bandas capitaneado por Bongo Botrako o La Pegatina, todas ellas
descendientes de Manu Chao y Mano Negra, que cuentan con una
importante base de seguidores que corea sus canciones y que siempre
está ahí. Estos seguidores arrastran a su vez a sus amigos, que
harán lo propio en próximas ocasiones. Tal vez le falte cierto
volumen en la voz a la banda, al menos en este concierto, pero la
ejecución de su fórmula es perfecta y no admite discusión. La
gente canta, baila, y se introduce en grandes y divertidos pogos. Y
el concierto deja momentos memorables. Uno a uno caen todos los temas
conocidos del grupo, y además regalan algunos de los más
desconocidos a los más fieles, que los reciben encantados. Ese homenaje a las Brigadas Internaciones es impagable y emocionante a partes iguales, y su mensaje, que cabría suponer desfasado ya, cala hondo entre la multitud. Al final,
una merecida ovación, con selfie incluido de la banda con el
público, les despide. No has visto ni un concierto más pero ya te
vale para proclamarles como vencedores de la noche.
Ouch, otra vez la
segunda persona. Sigo. En un par de días.
Alv.
Imágenes obtenidas de la web del festival Arenal Sound
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